sábado, 11 de abril de 2020

NARMER, EL FARAÓN UNIFICADOR.




Narmer, rey de Hieracómpolis (en el sur de Egipto), camina por el lado incognoscible del pasado, con una pie en la leyenda y el otro en la Historia, es el fundador del estado egipcio, al unificar el Alto (Valle) y el Bajo (Delta) Egipto. Poco sabemos de él, aparte de lo que aparece representado en la famosa paleta que lleva su nombre.

Hablando del nombre, Narmer se ha identificado con Menes, pero a día de hoy, la egiptología aún no ha conseguido discernir si son la misma persona, o dos reyes distintos. De cualquier manera, para el hombre de a pie del siglo XXI, Narmer es el primer rey de Egipto.

Pero, por más que Narmer pueda ser el primer rey histórico, no representa en absoluto el comienzo de la historia de Egipto. La decoración de su famosa paleta muestra el arte de la corte real egipcia y la iconografía de la realeza ya en sus formas clásicas. Sin embargo, algunos de sus motivos más extraños, como los animales entrelazados con largos cuellos serpentinos y el toro pisoteando los muros de una fortaleza enemiga, evocan un pasado más remoto, un pasado prehistórico. En su gran paleta conmemorativa, Narmer reconocía explícitamente que las primeras piedras de la civilización egipcia habían sido colocadas mucho antes de su propia época.
Toby Wilkinson.
Auge y caída del Antiguo Egipto.


Antes de la aparición del Estado Faraónico, el territorio egipcio estaba dividido en numerosos nomos, que fueron agrupándose hasta formar dos reinos. El del Alto Egipto, situado al sur, tenía su capital en la ciudad de Nejen, llamada Hieracómpolis. El rey de este territorio adoraba a la diosa buitre Nejeb, y se le representaba con una alta corona de color blanco. El Bajo Egipto, en el norte, en la región del Delta, tenía su capital en Buto y adoraba a la diosa cobra Uto. Su soberano ceñía una corona roja, característica de una diosa del Delta, Neit. En un proceso bastante prolongado el Alto Egipto, con el dios Horus al frente, sometió al Bajo Egipto, y unificó, por vez primera en la historia, todo el territorio. Al unir los dos reinos, el rey asumió en su persona todos los símbolos, y ciñó en su frente la doble corona unificada. 

En definitiva, el Sur venció al Norte, y para conmemorar la decisiva victoria, el rey Narmer, mandó realizar una paleta, en la que aparecen representados motivos que aluden al acontecimiento en cuestión. El monarca guerrero ocupa un lugar de preeminencia en la paleta, con el brazo en alto, mazo en mano, golpea al enemigo derrotado.


El nombre de Narmer es el primero que aparece dentro de un serej y como cabe suponer, para lograr la unificación de las dos tierras se libraron numerosas batallas, de las cuales quedó constancia en gran número de paletas predinásticas que han llegado a nuestros días. Los enemigos contra los que se luchaba no siempre eran del Delta, sino que, a veces, eran beduinos o nubios, a los que se distingue por el cabello y la barba. Tras la victoria, la capital quedó establecida en Menfis, una ciudad nueva, fundada por el sucesor de Narmer, en un nomo situado en la frontera entre los dos países. El estado faraónico adoptó los símbolos de las dos tierras, unió las dos coronas e hizo de las dos divinidades, la cobra y el buitre, las protectoras del Faraón. Narmer fue enterrado en el Alto Egipto, en el cementerio real de Abido. Su tumba, con una doble cámara, una para el difunto y otra como almacén, es una de las más antiguas de la necrópolis real.



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