Esfuerzo y sacrificio, victoria y
derrota, récords y polémicas, color y música, unión y pasión,
lágrimas de alegría y de decepción, espectáculo de masas y
deporte de alto nivel, cada cuatro años desde hace más de un siglo,
y bajo el lema eterno de Citius, altius, fortius, se celebran los
Juegos Olímpicos, un acontecimiento que durante un mes concentra la
atención de todo el planeta. Estos Juegos Olímpicos fueron el sueño
y la ilusión de un aristócrata francés, el barón Pierre de
Coubertain.
Pierre Fredy, futuro barón de
Coubertain, nació en el seno de una familia aristocrática francesa
de rancio abolengo y larga historia de servicio a la corona, en la
época de la expansión imperialista por África y los choques entre
potencias. No debió senter nada bien a su familia que un idealista
Pierre decidiera renegar de la tradición y rechazar la carrera
militar. Pacifista convencido decidió que la educación era más
necesaria que las armas y que era mejor educar personas que instruir
soldados, y comenzó a estudiar pedagogía.
Viajó a Inglatera para mejorar
su formación y al regresar a Francia comenzó a divulgar lo
aprendido: buscar la perfección a través de la práctica del
deporte, para ello promueve la inclusión de la Educación Física en
la formación integral de los estudiantes. Crea sociedades atléticas
por todo el país y funda la primera revista dedicada al deporte,
consiguiendo su inclusión en la Exposición Universal de París de
1889 (Centenario de la Revolución Francesa).
Los cinco elementos
constitutivos del deporte: voluntad, continuidad, intensidad,
perfeccionamiento y riesgo eventual. Así se une al mismo tiempo con
la filosofía estoica, hacia la que puede conducir a sus practicantes
. . .
P de Coubertain.
Conferencia: Lo que podemos pedir
ahora al deporte.
Pero
Pierre quería ir más allá, pues intuía todo el potencial que
tenía el deporte, y tenía en la cabez la organización de un gran
evento deportivo que reuniese deportistas de todo el mundo, bajo el
signo de la fraternidad universal. Con esta idea recorre medio mundo
hablando de paz y solidaridad y de la unión de todos los pueblos de
la tierra a través de la práctica deportiva. Su formación
pedagógica, su pacifismo militante y su vocación de historiador, le
llevaron en 1894, en un Congreso celebrado en La Sorbona, instituir
los Juegos Olímpicos, a imitación de aquellos que se celebraban en
la Antigua Grecia. La sede no podría ser otra que la propia Grecia.
No
fue un camino fácila, pero gracias al apoyo del príncipe heredero,
futuro Constantino I de Grecia y del aporte económico de un hombre
de negocios, el proyecto saldría adelante. Unos 250 atletas
(aproximadamente) de 14 países viajaron al país heleno y el 24 de
Marzo de 1896, el rey de Grecia Jorge I declara abiertos los Primeros
Juegos Olímpicos de la Era Moderna. El sueño de Pierre de
Coubertain se había hecho realidad.
Pierre
de Coubertain fue un visionario, cuya obra no para de crecer edición
tras edición. En una época en que las naciones mandaban a sus
mejores hombres a matarse entre ellos, el célebre Barón, abogaba
por el diálogo y el entendimiento, materializando la unión de los
pueblos a través del deporte. Ahora los mejores hombres y mujeres de
cada nación competirían en un terreno de juego, en una piscina o en
una pista de atletismo.
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