jueves, 3 de octubre de 2019

SANTO CONVENTO Y CASTILLO DE CALATRAVA LA NUEVA.



El viento cuenta las historias que las piedras callan. Las ruinas del Castillo y Convento de los Caballeros Calatravos, levantado en el siglo XIII, han llegado al siglo XXI convertidas en el símbolo de una época, la Edad Media.


Calatrava la Nueva se levanta sobre un imponente cerro a 936 metros de altitud sobre un paisaje de fuerte carácter mediterráneo, un entorno de singular belleza y de gran valor natural, este fue el lugar elegido por la Orden de Calatrava para construir su sede principal, una plaza prácticamente inexpugnable.


La situación estratégica de Calatrava la Nueva, dominando la llanura, el Puerto de Calatrava y enfrentado al Castillo de Salvatierra, le permite controlar una destacada vía natural, que cruza Sierra Morena y comunica la Meseta con el Valle del Guadalquivir.



Los Caballeros Calatravos se instalaron aquí en 1217, unos cuantos años después de la victoria en la batalla de las Navas de Tolosa. La Orden mantuvo su convento principal durante 600 años hasta que en 1804 fue abandonado definitivamente tras el traslado de los últimos frailes calatravos a la cercana ciudad de Almagro.



Los trabajos arqueológicos llevados a cabo en este lugar indican la existencia de un poblado de la Edad del Bronce, aunque son las construcciones medievales las que mejor se conocen. Sus calles y dependencias contienen buena parte de la historia de la Orden y del Campo de Calatrava, una auténtica entidad autosuficiente.



A comienzos del siglo XIII la Orden de Calatrava construyó este Convento, añadiendo varias dependencias a un castillo preexistente – Castillo de Dueñas – además de una bóveda en el patio central y una antemuralla para reforzar su defensa. A su alrededor se levantaron los principales edificios del Convento y todos los demás necesarios para su correcto funcionamiento.


La distribución del poblado responderá por un lado a las directrices que como monasterio debía cumplir de acuerdo con la regla del Císter, y por otro, atender a las necesidades defensivas que imponía el contexto bélico de la época.


En Calatrava la Nueva encontramos tres líneas de murallas: la primera, anterior a las construcciones de la orden, la segunda, que es la mejor conservada y la tercera que separa el convento de la Villa Vieja.



La gran bóveda tenía como función principal la recepción de todos aquellos que llegaban al castillo.


En su interior podemos pasear por la calle de los Artesanos, y en ella una serie de edificios levantados a principios del siglo XIII, cuya función fue la de servir de apoyo a la construcción del Convento: el molino de tracción animal, la tahona, el horno, la fragua . . .


Sobre un afloramiento granítico se eleva el poderoso castillo que domina, protege y controla todo el conjunto.


En torno a la calle de los artesanos se ubican los restos de varios edificios donde se desarrollaban distintas actividades de carácter artesanal, imprescindibles en un convento del Císter para asegurar al autoabastecimiento y el mantenimiento básico de la población que residía aquí. La calle se traza rodeando al castillo, siguiendo los diferentes desniveles que va marcando el terreno.




Molino de Sangre. Se trata de un edificio de treinta metros de largo por ocho de ancho adosado al interior de la muralla. Se llamó molino de sangre por utilizar la tracción animal como fuerza motriz.






El Convento estaba formado por varios edificios dispuestos en torno al Claustro, del cual solo se conservan los arranques de ladrillos de los arcos de su planta baja. Al norte se encuentra la Iglesia, el edificio principal del conjunto, y al este la Sala Capitular, el espacio donde se celebraban las reuniones de los caballeros de la orden. Al sur se disponen las cocinas y el refectorio, los dormitorios y la hospedería.


Al oeste, mirando hacia poniente, se encuentra el cementerio conocido como Campo de los Mártires.


La iglesia de Calatrava la Nueva fue construida en el siglo XIII y es un edificio de gran belleza artística con elementos tanto románicos como góticos. Se trata, como no podía ser de otra manera, del edificio más destacado de todo el conjunto, un templo de transición entre los dos estilos mencionados.





La cabecera de la iglesia se encuentra integrada en la muralla II, mientras que el muro norte forma parte de la muralla III. La inestabilidad del momento en que fue construida le otorga una fuerte aspecto defensivo, de forma que aparece coronada por almenas. Por lo demás es un edificio sobrio, según los criterios formales del Císter.


En su fachada principal, conocida como Puerta de la Estrella, destaca un precioso rosetón lobulado.


En uno de los ábsides se instaló la capilla del maestre Pedro Girón Pacheco.


Villavieja. Los calatravos se referían a este espacio como “El campo cercado de Villavieja, si bien en que era capaz para más de trescientas casas en caso que en tiempos belicosos . . . ". Con el paso de los años se delimitó el recinto al norte de la iglesia.


Vivienda de los trabajadores del siglo XIII utilizada por artesanos y sus familias que desarrollaban sus actividades en esta calle. Se construye adosada a la muralla.




La fortificación principal fue en origen una atalaya a la que se asociaron una muralla y cuatro torreones.





El cementerio recibe el nombre de Campo de los Mártires a partir del momento en que se trasladan aquí los restos de freires y caballeros muertos en la defensa de la fortaleza de Alarcos y de Calatrava la Vieja combatiendo a los musulmanes.



Pegada a las rocas se abre la Capilla de Nuestra Señora de los Mártires. En 1217 llegó en procesión la Virgen de los Mártires procedente de Calatrava la Vieja.




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