jueves, 1 de agosto de 2019

LAS ÓRDENES MILITARES. ASCESIS MONÁSTICA Y ESPÍRITU GUERRERO.




¿Proyección en la cristiandad del ideal de guerra santa del Islam? ¿Transformación de cofradías encargadas de proteger a los peregrinos. En cualquier caso, las órdenes militares constituirán la fuerza militar más estable con la que cuenten los estados latinos de Tierra Santa y la punta de lanza de operaciones militares contra los infieles en otros ámbitos geográficos.

El hospital de San Juan de Jerusalén, matriz de los hospitalarios, fue restaurado por el monje Gerardo, en 1099. En los años inmediatos, sobre todo desde el maestrazgo de Raiumundo de Puy, la institución admitirá en su seno a caballeros. Se dará así un carácter militar más acentuado, aunque los términos bajo los que se constituya su estructura orgánica (capítulo general, comendadores, prioratos . . . ) sigan recordando los de una orden monástica.

El Temple, la más famosa de las órdenes, surgió en torno a Hugo de Payens, en 1118. Diez años más tarde se fija la regla de la orden bajo la inspiración de San Bernardo. El santo de Claraval será su gran propagandista en su De laude novae militiae, de donde, entre otras cosas, se dice que “es caballero sin miedo y sin reproche quien protege su alma con la armadura de la fe, igual que cubre su cuerpo con la cota de mallas”.

El cúmulo de privilegios que la orden fue reuniendo en los años siguientes y una organización dotada de una gran autonomía, tanto en lo temporal como en lo espiritual, harían de los templarios una auténtica potencia paralela a los distintos poderes del momento. Los propios estados de Tierra Santa, cuya defensa constituía el principal objetivo de la institución no se vieron libres de este peligro. La pérdida de Jesuralén, a fines del siglo XII, y un reclutamiento a veces dudoso fueron en detrimento de un Temple que, a la larga, fue más una gigantesca organización financiera que otra cosa.

Al margen de la supranacionalidad de hospitalarios y templarios, habrían de desarrollarse otras órdenes militares. En las marcas orientales del Sacro Imperio, las de los Portaespadas y la de Santa María de los Teutones, fundidas en la Orden de los Caballeros Teutónicos. Ellos harán de algunas regiones del Báltico un auténtico estado teocrático impulsado, desde 1220, por Herman von Salza. En la Península Ibérica, a las coyunturales cofradías militares suceden, desde mediados del XII, órdenes militares en toda regla: Santiago, Calatrava y Alcántara que, desde fecha temprana, se disponen a competir con templarios y hospitalarios ya asentados en territorio hispánico.
Emilio Mitre.
Historia de la Edad Media en Occidente.


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