lunes, 15 de julio de 2019

VILLAFRANCA DE LOS CABALLEROS.




Una localidad toledana, que según se desprender de su toponimia, vincula su origen y pasado al mercado y a un orden de caballería, la Orden de San Juan, asentada en la vecina Consuegra desde 1183.





Un lugar como Villafranca de los Caballeros ha estado poblado desde el origen del tiempo. Iberos y celtíberos compartieron mesa y mantel en estas tierras. La villa comenzó a repoblarse en el siglo XIV, por mediación de los caballeros sanjuanistas y fue en el XVI cuando la población experimentó su despertar político, cultural y artístico.


Tras las cortinas, la morada, un trozo de tela, sencillo y simple, separa el ámbito privado del ámbito público, desde tiempos remotos las sociedades mediterráneas han gustado vivir en la calle, mano a mano con los vecinos, el calor no se busca en el hogar, si no en aquellos que viven en la puerta de al lado.


Rincones anclados en un pasado, que parte del país quiere derrotar y superar.



Un buen lugar, como otro cualquiera, para acompañar unas berenjenas encurtidas con una cerveza fría e intensa. Era domingo de Ramos y las tabernas estaban hasta los topes.


A pocos kilómetros de la localidad se ubican las lagunas grande y chica. En ambas es fácil observar aves diferentes a lo largo de los doce meses del año. Este humedal y el nombre del pueblo, son lo más interesante de Villafranca de los Caballeros.




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