Un sencillo
humilladero, una cruz de piedra, protegida por una modesta estructura
metálica donde los peregrinos dejan colgadas ofrendas y exvotos. La
Cruz de Thibault – 1230 metros – marca el comienzo de una senda –
embarrada cuando llueve – que nos ha de llevar al Collado de
Bentarte. Pasamos de los frescos prados a un tupido bosque de hayas.
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