O Cebreiro . . . enclave mágico por excelencia del Camino de Santiago. . . las brumas de la leyenda cubren sus pallozas, de las que sobresalen sus pizarrosas cubiertas . . . un lugar donde lo celta se funde con lo cristiano, y lo gallego con lo castellano.
No hay atardecer como en el mar . . . salvo en el Cebreiro . . . la gaita cesó su llanto, el peregrino marchó con Morfeo, y quedamos solos, el monte y yo . . . ni niebla, ni bruma, simplemente sortilegio telúrico, pócima de meigas y espíritu celta . . . Cebreiro es el comienzo del final de la Tierra, y el principio del conocimiento eterno
Para tratar, siquiera mínimamente, de alcanzar a conocer los arcanos jacobeos, hay que subir a pie al Cebreiro y dejar que tu piel sea azotada por su vientos . . . susurros uranios que tratan de seducir a Gaia . . . si ella, Madre Tierra, señora eterna, sucumbe a sus encantos, como resistir el alma infantil e inocente de un sencillo peregrino. . . me entrego convencido a tu magia, invento mi propio sortilegio, bebo del brebaje de esta tierra, me lleno de tu vitalidad, hincho mis pulmones con tu bruma . . . las criaturas que moran aquí me señalan el camino . . . el Sol reposa en otro lado del planeta, mientras Selene, Emperatriz de los Cielos, desordena corazones y mentes, los arranca de la falsa realidad cotidiana y los conduce por el camino del autoconocimiento, que nos ha de llevar, en definitiva, al único objetivo cierto, alcanzar la felicidad del alma y del cuerpo . . . aquí volví a abrir los ojos tras una oscura época de sombras, aquí volví a ilusionarme como un niño . . . y dos años después vuelvo para congraciarme con la vida, con el ser humano y conmigo mismo
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