Desde la más remota Antigüedad,
tres han sido los principales cultivos que los campesinos
mediterráneos han cuidado con mimo, tres cultivos, que después de
tres milenios, forman parte de la cultura mediterránea, en
cualquiera de sus cálidas orillas: el trigo, la vid y el olivo. Para
griegos y romanos constituyeron el eje de la agricultura, y los
pilares del comercio. Relacionada con esta producción agrícola se
desarrolla una destacada industria cerámica.
Sus derivados, pan, vino y
aceite, constituyen la base y esencia de la afamada dieta
mediterránea. Tres cultivos que requieren de horas de sol, mucho
reposo y tranquilidad, y poca agua. Molinos, almazaras y lagares
complementan el paisaje tradicional mediterráneo. Si además
disponemos de un pequeño rebaño de ovejas, ya tenemos la comida
perfecta: pan con aceite, queso y vino. Sin olvidar las abejas y la
dulce miel. . .
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