viernes, 8 de marzo de 2019

OMÓPLATOS DEL MAGDALENIENSE.




El arte es el mejor exponente del mundo simbólico de las sociedades del Paleolítico Superior. Estas manifestaciones gráficas, realizadas sobre materiales transportables (arte mueble) o sobre paredes rocosas (arte rupestre) constituyen un lenguaje codificado y, como tal, fueron un medio de comunicación , además de actuar como elemento identificador de los diferentes grupos humanos.

El arte mueble engloba desde esculturillas de marfil hasta la decoración, mediante grabado, de plaquetas de piedra, huesos, elementos de adorno – contornos recortados, rodetes, colgantes – y útiles o armas, como los bastones perforados, azagayas, espátulas, varillas, arpones y propulsores, entre otros. Los motivos decorativos más frecuentes en la Península Ibérica suelen ser las figuras de animales, en particular cabras, cérvidos, caballos y uros, junto a signos como zigzags, aspas, trazos en Y . . .


La cueva del Castillo (Puente Viesgo, Cantabria) es un yacimiento de referencia de la Prehistoria de la Península Ibérica y presenta una de las secuencias estratigráficas más representativas del Paleolítico europeo. Descubierta por Hermilio Alcalde del Río, las primeras excavaciones sistemáticas no se producen hasta 1910-1914, dirigidas por Hugo Obermaier y subvencionadas por el Instituto de Paleontología Humana (IPH) de París.

Durante la campaña de 1911 se descubren los omóplatos decorados en un nivel atribuido al Magdaleniense Inferior, lo que permitió fechar representaciones parietales similares de cronología indeterminada hasta el momento. Estas figuraciones de ciervas ejecutadas con trazo múltiple estriado sobre omóplatos se conocen sólo en una determinada zona de la cornisa cantábrica y pueden interpretarse como identificadores de un grupo territorial.


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