domingo, 3 de febrero de 2019

SANCHICORROTA, EL BANDOLERO DE LAS BÁRDENAS.




Antes que Curro Jiménez o José María Hinojosa “el Tempranillo” muchos bandoleros camparon a sus anchas por las vastas extensiones de tierra de la Piel de Toro, desde Viriato a Corocotta, pasando por el incansable Sanchicorrota, que convirtió las áridas y yermas tierras de las Bárdenas Reales en su campo de acción.

En el siglo XIV la Bárdena era terreno despoblazo, zona de frontera con el Reino de Aragón, alejada de núcleos urbanos y vías de comunicación, e ignorado por cualquier tipo de jurisdicción. Un lugar peligroso y unas circunstancias que favorecían la existencia de cuatreros y ladrones de ganado, de salteadores de caminos y salvajes bandoleros. Si bien no existían (ni existen) bosques frondosos donde buscar refugio, había barrancos y mucha tierra por donde escapar al galope.

De todos estos forajidos y personajes de mala vida, destacó el legendario Sanchicorrota, un rey sin corona que dominaba desde su caballo toda la tierra que le rodeaba. La leyenda recuerda a un hombre cruel, capaz de eliminar a quienes le ayudaron a construir su cueva para evitar que delatasen su posición, pero también a un ser bondadoso y comprensivo, que no dudaba en repartir el botín entre los más necesitados.

La tradición oral ha conservado el recuerdo de sus gestas y de su astucia, que según cuentan, puso al revés las herraduras de su montura, de modo que nadie era capaz de decir si iba, o si venía. Sanchicorrota fue genio y figura hasta la sepultura, ya que ante la inminencia de su captura, decidió quitarse la vida. No obstante su cuerpo fue expuesto durante tres días en Tudela para escarnio público.


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