La palabra Historia tiene dos significados u acepciones, que podemos
entender como complementarios; por una parte la Historia se refiere a
los hechos ocurridos en el pasado de la Humanidad, y por otra parte,
la Historia es el estudio de ese pasado. Ese estudio (las técnicas y
las tendencias) se ha dado en llamar Historiografía.
En el estudio histórico siempre tendremos en cuenta dos variables
que formarán nuestro marco de referencia; el espacio y el tiempo. En
ese sentido, vamos a tratar de explicar cuales serán esas variables,
ese marco de referencia del Mundo Antiguo.
El tiempo. Tradicionalmente los estudiosos de la Antigüedad se han
centrado en los hechos históricos acaecidos durante el periodo de
tiempo que va desde la invención de la escritura (hace unos 5.500
años), hasta la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476. No
obstante en las últimas décadas historiadores, tanto de la
Antigüedad como los medievalistas, han acuñado un nuevo término,
la Antigüedad Tardía. Un período de transición entre dos eras,
pero que cuenta con entidad propia, que comenzaría en la crisis del
siglo III y acabaría prácticamente en el siglo VII con la irrupción
del Islam.
Espacio. La mayoría de las monografías y manuales sobre el Mundo
Antiguo se dedican básicamente a Mesopotamia, o mejor dicho el
Próximo Oriente, Egipto, Grecia y Roma, es decir, se han centrado en
el ámbito del mar Mediterráneo. Existen otros autores que también
incluyen, siquiera breves referencias, a otros dos importantes
centros de civilización; la India y China. Nosotros somos un poco
más ambiciosos y nos gusta incluir en nuestros estudios, todo el
Viejo Mundo; Europa, África y Asia. Pensamos y creemos firmemente
que la forma en que se desarrolla la Humanidad es por medio del
contacto, más o menos fluido, de diferentes pueblos y culturas,
recibiendo y aportando influencias, los contactos (más indirectos
que directos) entre el Imperio Romano y la lejana China de los Han, o
la gran expansión de los pueblos indoeuropeos, son dos ejemplos que
ilustran a la perfección el continuo contacto entre las diferentes
sociedades antiguas.
Por tanto, concebimos el Viejo Mundo como una gran unidad espacial,
en la que en mayor o menor medida todos los territorios estaban, en
cierta manera, relacionados entre sí. Por motivos obvios excluimos a
América y Oceanía, puesto que su evolución histórica y desarrollo
cultural en esta época estaba al margen de los que ocurría en
“nuestro” Viejo Mundo.
Cuando estudiamos historia antigua nos sumergimos, e intentamos
bucear en el profundo Oceáno de la Historia, haciendo salir a la
superficie del presente un maravilloso pasado (con sus luces y
sombras), base social y cultural de la Humanidad en su más amplio
sentido, teniendo siempre presente la máxima histórica de conocer
el pasado para comprender el presente.
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