viernes, 15 de febrero de 2019

FEDERICO II EL GRANDE.




Federico II el Grande, rey de Prusia fue un excelente estratega y un referente para muchos de los militares que vinieron después de él, pero también fue un soberano preocupado por la belleza, la cultura y el conocimiento, un monarca que se dedicó a las letras por devoción y a las armas y a la política por obligación. Durante su largo reinado (1740 – 1786) fue considerado uno de los déspotas ilustrados más notables de Europa.

Federico II triunfó en doce de las quince batallas que libró, centralizó la administración y la dotó de funcionarios bien preparados, su objetivo siempre fue el engrandecimiento de Prusia. Fomentó la agricultura, un pilar fundamental de su política pronatalista. Necesitaba alimentar a una población creciente para la construcción de un poderoso estado. En el plano económico promocionó la producción industrial, apostó por la navegación fluvial, acometiendo la construcción de canales entre el Oder y el Vístula. Además fundó el banco de Berlín.

Federico II apoyó a Inmanuel Kant y presumía de ser poeta y músico, escribía versos en francés y tocaba la flauta. Convirtió su país en potencia continental, al tiempo que despertaba la admiración de la élite intelectual europea. Por su refinada corte desfilaban artistas y filósofos, desde Voltaire hasta Bach.

En el terreno militar siempre dio muestras de una notable rapidez en su maniobras, e igualmente demostró ser un político calculador y astuto. No destruyó ni abolió la aristocracia alemana, simplemente se apoyó en ella y se sirvió de su prestigio personal para ponerla en su lugar (es decir, a sus pies). Continuando la obra de su padre perfeccionó una eficiente maquinaria militar.

Gran militar y buen administrador, también era amante de la vida cortesana, la música y las letras. Desdeñó la lengua y la cultura alemanas y mostró su preferencia por todo lo que procedía de Francia: la lengua que se hablaba en su corte era el francés.


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