Los vikingos desembarcan en las playas arenosas de Inglaterra, en el territorio de Northumbria. Un pequeño destacamento del ejército del rey Aelle sale a recibirles. Las palabras ceden paso a las armas, y en la primera refriega los hombres del norte aplastan la defensa de los sajones. Al final del día el mar ensangrentado lame la orilla.
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