A
lo largo del siglo XVIII se siguen manteniendo las estructuras
políticas, sociales y económicas que caracterizaron la Europa de la
Edad Moderna (de finales del siglo XV hasta el siglo XVII). Sin
embargo, y a pesar de la pervivencia del Antiguo Régimen, se
empiezan a gestar una serie de cambios (promovidos tanto por burgueses como por las clases trabajadoras) que eclosionarán en las
Revoluciones Liberales y provocarán la transformación de las
estructuras sociales en Occidente.
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