Aquellos hombres soñadores que pretenden cambiar el mundo terminan, más temprano que tarde, enfrentados al poder, a la tradición y al sistema establecido. Eso es lo que le ocurre a Ragnar Lodobrock cuando expone su proyecto al conde Haralsson. Sus ilusiones chocan de bruces con la inamovible tradición y generan tanta antipatía como envidia.
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