La serpiente y la mujer tientan al monje Athelstán. La carne es débil, pero la fe hace fuerte al hombre. El idealista Athelstán decide no renunciar a sus creencias y seguir la senda que marcó Cristo. Su determinación le ayudará a sobrevivir en un mundo ajeno y extraño, una tierra de bárbaros a ojo de los cristianos.
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