lunes, 22 de octubre de 2018

MADERA, HIERRO Y PIEDRA.



A lo largo del Medievo, los materiales utilizados para la construcción, la eleboración de utillajes y la vida cotidiana eran madera, hierro y madera.

Madera. La Edad Media – como un prolongación del Mundo Antiguo – la podemos calificar como la Edad de la Madera, pues es el material universal, proporcionada por el sempiterno bosque. Casas, vigas, andamios, cercados, mangos, utensilios varios, mobiliario, combustible ... la madera es el producto más común del Occidente Europeo.

Hierro. A diferencia de la madera, el hierro es un producto raro (y por ende, caro). Las espadas carolingias, por poner un ejemplo, eran exportadas a oriente. El franciscano Bartolomé “el Inglés” define el hierro como una materia preciosa: “el hierro es más útil al hombre que el oro”. Y no le faltaba razón, sin hierro el hombre no puede defenderse de sus enemigos, ni roturar al tierra, de igual modo cualquier trabajo manual pide el uso del metal. No obstante, la mayor parte de la producción de hierro se destinaba al armamento, quedando para el utillaje un ínfima proporción. No es de extrañar que el herrero medieval, el hombre capaz de dar forma al metal, sea considerado extraordinario, casi un hechicero.

Piedra. La piedra es el material que va a rivalizar con la madera en la actividad constructora. Madera y piedra, pareja básica de la arquitectura medieval. Los arquitectos son a la vez canteros y carpinteros, aunque durante mucho tiempo, la piedra es un lujo, un material noble en comparación con la madera. La Edad Media nos lega una colección de piedras; símbolo del poder nobiliar y religioso, castillos y monasterios, iglesias y catedrales. Pero aún nos quedan los huesos de un esqueleto de madera y aún de otros materiales más humildes y perecederos; paja, barro, argamasa...


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