viernes, 12 de octubre de 2018

ATAJATE.




Balcón de casas blancas con vistas la sierra. A un lado olivares, viñedos y campos de cereal, y al otro alcornoques, encinas, castaños y nogales, en medio Atajate, un balcón de casas blancas con vistas a la sierra.


Durante mucho tiempo la economía de la villa giró en torno a la uva, siendo su producto estrella el mosto. Hubo más de treinta lagares, muchos de ellos siguen estando activos.


Las casas se apiñan formando un apretado abanico al pie del cerro del cuervo. Encima del cerro existió un pequeño castillo, un elemento esencial en épocas turbulentas. Casas de piedra, ladrillo, cal y cubiertas de teja árabe.


El producto que sostenía la economía de la localidad era el aguardiante. Los viejos del lugar aún recuerdan el olor a matalahúva que desprendían los alambiques durante la destilación. A finales del siglo XIX una epidemia de filoxera, que arrasó los viñedos, puso fin a la edad de oro del aguardiente de Atajate.


Hinojo, tomillo y romero inundan el aire con su inconfundible fragancia, hierbas aromáticas y condimento exquisito para las piezas de caza.




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