viernes, 29 de junio de 2018

LA FURIA NÓRDICA.



Mientras los jutos, anglos y sajones habían ocupado la península que ahora llamamos Jutlandia y las costas situadas al sudoeste, las islas y el extremo meridional de lo que es ahora Suecia estaban habitadas por una tribu germánica conocida como los daneses.

Cuando los jutos, anglos y sajones partieron en gran número hacia Gran Bretaña, en los siglos V y VI, los daneses se expandieron hacia el Oeste, llenando el vacío dejado. Sus descendientes aún viven allí, en la tierra que hoy llamamos Dinamarca.

En la gran península situada al norte de Dinamarca, vivían los noruegos, en la parte que da al océano Atlántico, y los suecos, en la parte que está frente al Báltico. A las tres naciones juntas podemos llamarlas Escandinavia.

Las tres naciones tenían una larga y vital tradición marina, pues poseían extensas costas; en el caso de los, noruegos y los suecos, en particular, el frío clima nórdico hace difícil la agricultura, por lo que la pesca es una fuente primaria de alimentación.

A comienzos del siglo VIII, el océano se convirtió en algo más que una fuente de alimentos para esos «nórdicos». Se convirtió en una ruta que llevaba al saqueo y la aventura. Por qué ocurrió así es algo que sólo podemos conjeturarlo. El aumento de la población hacía difícil para los nórdicos hallar suficiente alimento en su patria, y algunos de ellos naturalmente, buscarían lugares mejores allende los mares. Otra solución era combatir entre sí de modo que una tribu se apoderase de la tierra y los recursos de otra. Entonces, el perdedor (los que sobreviviesen) no tenía más opción que lanzarse a los mares.

Las primeras partidas de saqueo que atravesaron el océano para atacar otras costas hallaron un botín abundante y una resistencia débil. Cuando volvieron con relatos de tal índole, naturalmente estimularon a otros a hacer lo mismo, por ansia de botín, aventura y el mero placer de blandir la espada.

Isaac Asimov. La Formación de Inglaterra.

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