En una orilla del gran Danubio,
encajada en la rocosa pared del desfiladero, la Tábula Traiana
indicaba la existencia de una calzada que avanzaba paralela al río.
Construída por orden del emperador Trajano para mover sus aguerridas
legiones por las salvajes tierras dacias y transportar pertrechos y
víveres necesarios para mantener las largas campañas de conquista.
Dacia fue la última gran
conquista romana, y paradójicamente el primer país en ser
abandonado, cuando un decadente imperio, que mostraba síntomas de
desgaste y agotamiento, comenzó a replegarse sobre sí mismo, en un
movimiento desesperado por preservar su integridad.
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