viernes, 13 de abril de 2018

DEJANDO RONCESVALLES ATRÁS.



(790 kilómetros hasta Santiago). La colegiata y el bosque nebuloso a sus espaldas. Última visión que tenemos de la mágica Roncesvalles. El reposo (eterno) del guerrero, Sancho VII el Fuerte o Roldán, tanto da, y del caminante (léase, según deseo de cada cual, el peregrino). Un lugar mítico por la batalla que inspiró la Canción de Roldán (arquetipo, uno de ellos, del cantar de gesta medieval) y legendario, por ser el paso natural a través del Pirineo, entre Francia y España.


Comenzamos a caminar junto a la carretera, y nos encontramos con la señal que marca el kilometraje hasta Santiago de Compostela, 790. A pie son algunos kilómetros menos, aproximadamente 750. Vamos en compañía (no buscada y en algunos momentos molesta) de otros peregrinos y peregrinas. Sin abandonar la compañía del asfalto vamos penetrando (sin darnos cuenta) en el bosque de las brujas.

Frío, niebla y lloviznas. Las piernas, convalecientes de la durísima subida de ayer, tardan en entrar en calor, y eso, ralentiza la marcha.


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