Una batalla y un cantar de gesta,
una romería y una peregrinación, un rey de talla gigantesca y un
emperador que no quiso enjugar sus lágrimas, el reposo del guerrero
y el descanso del caminante, items que confluyen en Roncesvalles (u
Orreaga), donde aún resuenan los ecos de una historia épica, un
enclave imprescindible para los amantes de la naturaleza, la
historia, el arte y el senderismo.
Roncesvalles es un pequeño
pueblecito navarro enclavado en el valle pirenaico del mismo nombre,
entre el Alto de Ibañeta y la amplia llanura de Auritz/Burguete,
famoso en la historia y, sobretodo, en la literatura medieval. La
etimología, esa ciencia difusa que estudia el origen y la esencia de
las palabras, se debate entre “valle de espinos” y “llanura del
Erro” para explicar el significado de Roncesvalles (escoja cada
cual la que más le guste).
Este es un municipio que presenta
una curioso singularidad, su ayuntamiento no tiene propiedades, el
término municipal pertenece a la colegiata y es administrado por la
comunidad de canónigos.
Hospital para peregrinos y
Colegiata – fundada por Sancho VII de Navarra - establecen el
origen de esta localidad de paso, cuya importancia radica en su
condición de centro religioso y de peregrinación.
El peregrino llega a
Roncesvalles, y después de vagar durante horas por la montaña
pelada se encuentra en un enorme patio rodeado de edificios por todos
lados. El conjunto arquitectónico incluye iglesia, varias
capillas, un claustro, una biblioteca, un museo, la casa prioral, un
albergue, un hotel, un par de restaurantes, posadas y un pequeño
molino que hace las veces de oficina de turismo.
La colegiata de Santa María
sobresale por encima de todo el complejo de edificios. Durante las
Edad Media la colegiata alcanzó una gran prosperidad gracias a sus
extensos dominios y a la continua afluencia de peregrinos.
Todos los días al caer la tarde,
antes de descansar y reponer fuerzas para la siguiente etapa, se
celebra la misa y la bendición del peregrino, pronunciada en
diversos idiomas.
Aquí tuvo lugar una batalla de
reminiscencias épicas y míticas, aquí lloró Carlomagno la muerte
de su sobrino Roldán, aquí llevan varios siglos llegando miles de
peregrinos anualmente, aquí reposan los restos del rey Sancho VII de
Navarra.
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