sábado, 17 de febrero de 2018

EL AMAR DE LOS AMARES.



Cantó el rey Salomón a la más mujer de sus mujeres. Cantó a su cuerpo y a la puerta de su cuerpo y al verdor del lecho compartido.

El «Cantar de los cantares» no se parece ni un poquito a los demás libros de la Biblia de Jerusalén. ¿Por qué está ahí? Según los rabinos, es una alegoría del amor de Dios por Israel. Según los curas, un jubiloso homenaje a la boda de Cristo con la Iglesia. Pero ningún verso menciona a Dios, y mucho menos a Cristo ni a la Iglesia, que nacieron mucho después de que el «Cantar» fuera cantado.

Más bien parece que este encuentro entre un rey judío y una mujer negra fue una celebración de la pasión humana y de la diversidad de nuestros colores. Mejores que el vino son los besos de tu boca, cantaba esa mujer.

Y según la versión que llegó a nuestros días, ella cantaba también: Negra soy, pero bella, y se disculpaba atribuyendo su color a su trabajo, a pleno sol, en los viñedos.

Sin embargo, según otras versiones, el pero fue agregado. Ella cantaba: Negra soy, y bella.

Eduardo Galeano Espejos.

Una historia casi universal

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