La sala capitular – o capilla de
San Agustín – de la Colegiata de Santa María de Roncesvalles está
presidida por el sepulcro de Sancho VII, rey de Navarra, fundado de
esta iglesia y protagonista en las Navas de Tolosa.
La losa que cubre el sepulcro es
una estatua yacente que refleja la imponente altura del monarca (losa
2,25 metros, monarca 2,20 metros). La leyenda cuenta que la espada
del rey rompió las cadenas del palanquín donde estaba el rey moro Miramomolín durante la
batalla de las Navas de Tolosa. Una tradición sugiere que desde ese
momento las cadenas quedaron incorporadas a su escudo. A los pies del
sepulcro podemos ver esas cadenas.
Una enorme vidriera ilustra el
momento de la carga de caballería dirigida por el monarca navarro.
El sepulcro fue colocado en su
ubicación actual en 1912, cuando se arregló la capilla para
conmemorar el aniversario de la batalla. Del conjunto funerario
original únicamente queda la losa con el relieve del monarca,
fechado a mediados del siglo XIII, cuando Teobaldo I – sobrino y
sucesor – encarga el sepulcro.
En una hornacina aparecen las
estatuas orantes del propio rey Sancho y de su esposa doña Clemencia
(¿una hija de Federico I Barbarroja?)
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