Un enclave
de reminiscencias legendarias e inconmensurable belleza, bosques y
prados, Ibañeta lleva siglos viendo pasar viajeros y peregrinos, y
desde su posición de privilegio, proteger la colegiata de
Roncesvalles.
Entre el
Alto de Ibañeta (1062 metros) y el Collado de Lepoeder (1435 metros)
pudo suceder la Batalla de Roncesvalles, más evocadora que decisiva.
Los vascones se lanzaron desde estas alturas sobre la retaguardia
carolingia.
Una ermita
levantada en la década de los sesenta recoge el testigo de un
antiguo monasterio, que databa de 1127, que asistía y daba cobijo a
los peregrinos que pasaban por el lugar. Sus monjes eran auténticos
eremitas.
Las
campanas de Ibañeta avisaban y guiaban a los caminantes por la
niebla, aunque eran muchos los peregrinos que morían en estos
montes, desorientados, perdidos en la nieve o devorados por lobos
hambrientos.
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