miércoles, 4 de octubre de 2017

A TRAVÉS DE LOS ALPES.



“Después de haber reclutado todas las tropas que pudo entre los celtíberos, africanos y otros pueblos, y de encomendar los asuntos de Iberia a su hermano Asdrúbal, atravesó los montes Pirineos en dirección al país de los celtas, hoy llamado Galia, con nueve mil soldados de infantería, doce mil jinetes y treinta y siete elefantes. Atravesó el país de los galos, atrayéndose a algunos con dinero, a otros, mediante la persuasión, y a otros, en fin, sometiéndolos por la fuerza. Cuando llegó a los Alpes y no encontró ningún paso que los atravesara o pasara sobre ellos – pues se trata de una cordillera sumamente escarpada -, emprendió también su ascenso con intrepidez sufriendo grandes pérdidas debido a la gran cantidad de nieve y al rigor del frío existentes. Cortaba madera, la quemaba y apagaba los rescoldos con agua y vinagre, y a la roca, que se había tornado frágil por este procedimiento, la rompía con martillos de hierro. Así, abrió un paso sobre las montañas que aún está en uso en la actualidad y se llama paso de Aníbal. Como le empezaron a faltar las provisiones, se apresuró en su marcha sin que los romanos se percataran de que en realidad estaba ya en Italia, y al sexto mes de su partida de Iberia, después de haber perdido a muchos hombres, descendió desde los montes a la llanura”.
Apiano. La Guerra de Aníbal, 4.


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