viernes, 29 de septiembre de 2017

LA MUJER EN EL ANTIGUO EGIPTO.



La situación de la mujer en Egipto era sensiblemente mejor que sus vecinas de Mesopotamia. La mujer egipcia tenía, en teoría, una situación legal igual a los hombres. Sin embargo, la supuesta igualdad teórica, no tenía un reflejo en la realidad social cotidiana.

La mujer en Egipto. “Legalmente la egipcias poseían numerosos derechos e, incluso, era frecuente que los hijos se designaran por el nombre de la madre. Podían entrar y salir cuando querían; sus ocupaciones eran variadas: tocaban instrumentos, cantaban, tejían y dedicaban mucho tiempo al cuidado de su persona. Casi todas las egipcias se casaban. La mujer acompañaba a su marido en diferentes actividades y juntos administraban los bienes del matrimonio” (Diccionario de civilización egipcia. Larousse).

Familia y matrimonio. También en Egipto la mujer estaba sometida a la autoridad del marido, aunque algunos investigadores están convencidos que las egipcios pasaban por ser de las mujeres mejor tratadas de toda la antigüedad.

Por otra parte, los egipcios consideraban que un matrimonio debía basarse, en gran medida, en el amor, el afecto y el respeto. Por este motivo era posible el divorcio cuando un matrimonio no funcionaba.

Mujer propietaria. La posición de la mujer egipcia era bastante próxima a la del hombre, no existiendo restricciones legales que imposibilitaran el desarrollo de actividades económicas por parte de la mujer. Las féminas podían tener propiedades, comprar y vender, pedir (y conceder) préstamos, recibir herencias, e incluso interponer pleitos.

Hombres y mujeres podían testar y legar sus bienes a quienes ellos hubiesen decidido. En caso de no existir testamento, la herencia se repartía a partes iguales entre sus hijos. Existía una condición legal; el hijo (o hija) que no ayudase a cubrir los gastos del entierro, perdían sus derechos hereditarios (y por tanto la parte correspondiente de los bienes).

Trabajo. En función del sexo, existía en el Antiguo Egipto una clara división del trabajo. A las mujeres se les reservaba tareas concretas en determinados ámbitos; el campo y el hogar.

Las tareas agropecuarias específicas de la mujer eran, la recolección, separar el trigo de la paja, el esquilado de las ovejas y la preparación de la lana.

En el hogar, puesto que se consideraba indigno que un hombre realizase cualquier tarea doméstica, la mujer horneaba el pan, cocinaba otros alimentos, elaboraba combustible a partir de excrementos de vaca, fabricaban la cerveza, tejían y confeccionaban los vestidos y preparaban las medicinas.

Dueñas del Hogar. Como en todas las sociedades clásicas y tradicionales (antiguas y modernas), el marido (y padre) era el cabeza de familia, mas tenemos evidencias que en Egipto (y en muchas otras sociedades mediterráneas), la mujer era la auténtica “dueña del hogar”, y el marido jamás interviene en los asuntos domésticos (tácitamente no debe interferir en nada que tenga que ver con el funcionamiento del hogar).

Por otro lado, las dueñas del hogar podían obtener ingresos extras de diferentes fuentes, como la explotación de un pequeño huerto o la fabricación de ropa y otros complementos textiles.

No obstante, aunque las mujeres podían administrar sus propiedades, la realidad era que no tenían grandes posibilidades de desarrollarse y proyectarse fuera del hogar. Incluso en el caso de heredar tierras, precisaban de la intervención de un hombre (marido, hermano y otro familiar) para llevar a cabo las tareas relacionadas con la explotación agrícola.

Y como no podían encontrar trabajo fuera de la casa, su situación real terminaba siendo de total dependencia del hombre (marido o padre).

Títulos femeninos. Al igual que los hombres, las mujeres también podían poseer títulos de nobleza; los dos más importantes eran la madre y la mujer principal del faraón. El faraón todopoderoso podía tener muchas mujeres y un multitudinario harem con concubinas, pero siempre había una esposa principal que contaba con un estatus especial, como fue el caso de Nefertary, la esposa favorita de Ramsés II.

Las hijas y las hermanas del faraón también formaban parte de esa nobleza. En realidad se trataba únicamente de menciones honoríficas, cargadas de connotaciones de prestigio, pero carecían totalmente de cualquier prerrogativa, poder o autoridad real.

Sacerdotisas En la sociedad egipcia, las mujeres sacerdotisas también gozaban de una importante posición y prestigio.

Espejos y cosméticos. Atendiendo a los numerosos hallazgos arqueológicos, las mujeres egipcias, especialmente las de las clases altas, pasaban parte de su tiempo entre espejos, ungüentos y cosméticos. Mantener la belleza, como en cualquier época y lugar, era de gran trascendencia para la mujer egipcia.

Cortesanas. Un camino para verse libre de la tutela de los hombres era convertirse en cortesana o mujer de compañía. Algunas cortesanas egipcias, famosas por su exotismo y belleza, consiguieron gran fama y poder al convertirse en personas de gran influencia entre las clases más poderosas.


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