Un paso para provocar una guerra, una apuesta consigo mismo, un órdago para conquistar un imperio. Julio César cruzó el Rubicón, se rebeló contra la autoridad del Senado, rompió el corazón a su viejo amigo Pompeyo y desencadenó una cruenta Guerra Civil. La suerte de César estaba echada, la de la República también.
No hay comentarios:
Publicar un comentario