Con la fórmula bajo el brazo,
quizás dentro de una carpeta hermética, huyó de su Egipto natal, ¿o era
Siria? y llegó a Constantinopla. Sus conocimientos pronto llamaron
la atención del emperador Constantino IV. Callinicus preparó “el
fuego griego” con el que los bizantinos rechazaron a la molesta
flota árabe. La alquimia teórica, transformada en química
práctica, y puesta al servicio del estado, es decir, la guerra.
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