De las querellas cristológicas
bizantinas surgió este Jacobo Baradeo, convertido durante el siglo
VI en poderoso líder del movimiento monofisita. Para los monofisitas
en Jesucristo únicamente se materializa la naturaleza divina, y no
la humana. Jacobo dirigió a su propio grupo herético, los
jacobitas, y al parecer contó con la simpatía de la emperatriz de
Teodora.
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