martes, 14 de marzo de 2017

CRUZ DEL VALLE.



Maniquí jacobeo, los peregrinos convierten en santuario popular cualquier hito del camino.

Al abandonar Santibañez de Valdeiglesias y comenzar el largo y pedregoso sendero hasta Astorga, en una encrucijada marcada por la Cruz del Valle, un curioso peregrino de metal nos pidió que le dejásemos un recuerdo. En una de sus muñecas quedaron dos gomas del pelo, una sencilla ofrenda de dos ¿humildes? Peregrinos.




Un sendero rocoso, bajo un sol abrasador, nos conducirá, a la dos veces milenaria, Astorga.  

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