Las famosas ferias medievales de
Champaña deben parte de su notoriedad, y proyección continental, a
los nobles de la región que se encargaban de garantizar la seguridad
de los mercaderes. Ante la ausencia de instituciones eran las
personas las que auspiciaban su desarrollo.
En el año 1137 Teobaldo (Thibaud
le Bon), conde de Blois, concedió a perpetuidad a los hombres del
antiguo mercado de Provins la feria de San Martín (matanza de
cerdos, chacinas y embutidos). Posteriormente se enroló en la
Tercera Cruzada. Nunca regresó a casa.
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