Hallvard, nacido en
Noruega y descendiente de vikingos, era un hombre de buen corazón,
que un día intentó socorrer a una desdichada fugitiva, que él
creyó inocente. Por esta desinteresada acción fue asesinado por las
caterva de garrulos que perseguía a la mujer acusándola de robo. El
cadáver de Hallvard fue atado a una rueda de molino y arrojado sin
remordimiento al fondo de un fiordo. Milagrosamente salieron a flote
cuerpo y piedra, y de esta manera Hallvard, que ya era mártir, fue
convertido en santo. Y con el tiempo también en patrón de Oslo. En
la catedral de Nidaros se le representa con sus dos atributos, la
rueda de molino y las flechas.
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