Este hijo de Tryggre
Olafsson se vio obligado a refugiarse en Rusia, en compañía de su
madre, cuando su padre fue asesinado. Su juventud la vivió como
vikingo, viajando a acá para allá y dedicándose a la piratería en
las aguas del Báltico y en el mar del Norte. Un verdadero rey del
mar. Sus aventuras alimentaron durante décadas a los escaldos y
dieron lugar a hermosas sagas.
Atacó Inglaterra en
varias ocasiones en compañía de Svend Barba Partida y entre pitos y
flautas, batallas y entrevistas con el rey Etelredo, Olaf acabó
bautizado como cristiano. Olaf era un rey sin trono, y entonces puso
los ojos en el trono de Noruega, al que tenía derecho al ser
descendiente de Harald I el de Hermosa Cabellera.
En el 995, aprovechando
cierto descontento, desembarcó en el país de los fiordos, expulsó
al jarl Hakon y se convirtió en rey, Olaf I. Fundó Nidaros (moderna
Trondheim) e hizo de esta ciudad su capital. Y además ordenó
taxativamente el bautismo de todos sus súbditos.
En el año 1000, su
antiguo aliado el danés Svend, en compañía de unos furiosos suecos
derrotaron a Olaf en una batalla naval. Viendo que llegaba su final,
Olaf saltó por la borda y desapareció bajo las aguas. Algunos
relatos afirman que el valeroso rey sobrevivió y acabó sus días
como monje en la cálida Siria.
No hay comentarios:
Publicar un comentario