Europa Central, en la
agreste región de Bohemia meridional, situada en una colina de suaves
formas sobre las orillas del río Luznice, la población de Tabor se
convirtió durante el siglo XV en uno de los baluartes destacados del
movimiento husita. Un ciudad con un nombre bíblico.
Aunque existía una
asentamiento previo, la ciudad como tal fue fundada en 1420 por un
nutrido grupo de husitas del ala más radical comandados por el
victorioso Jan Zizka, que decidieron bautizarla con el nombre de
Tabor, el monte en que según los evangelios se produjo la
Transfiguración de Jesús.
Desde este momento los
husitas más radicales serían conocidos como “taboritas”.
Instalados en su nueva ciudad, establecieron una especie de comuna
(anarco-religiosa) en la que no existía la propiedad privada, ni
tenía cabida ningún tipo de jerarquía religiosa. Pronto comenzaron
a llegar a Tabor gente de toda clase y condición atraídos por la
utopía, movidos por los ideales evangélicos de solidaridad e
igualdad, que venía huyendo tanto de las persecuciones religiosas
como de la pobreza extrema.
El centro neurálgico de
Tabor es la plaza de Jan Zizka – Zizkovo namesti – alrededor de
la cual se dispone la población histórica. Una ciudad pequeña y
tranquila, rodeada de bosques y colinas, de estrechas callejuelas
empedradas con un agradable sabor medieval.
La Iglesia gótica de la
Transfiguración de Cristo, que domina la plaza y los cielos, es el
templo más destacado de la ciudad. El ayuntamiento, con su torre del reloj, es el otro edificio importante del centro.
Los valientes taboritas
resistieron las acometidas del emperador Segismundo de Luxemburgo,
pero sucumbieron ante los husitas moderados aliados con los
católicos.
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