De entre todas las
máquinas que utilizaban los legionarios romanos para arrojar
piedras, el onager era digamos, la máquina estándar, aunque no era
tan exacta como las balistas.
Una base, un brazo
armado con una honda, un resorte de torsión, un torno para bajar el
brazo y un tope relleno eran las partes que conformaban este popular
aparato.
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