jueves, 21 de abril de 2016

LA BODEGA DE MAGALLANES.



“22.000 libras de galletas (perfecto sustituto del pan), bolsas de harina, bolsas de arroz (no puede faltar el cereal), 5.700 libras de carne de cerdo salada (única forma de comer carne), 200 toneladas de sardinas (imprescindible el pescado azul), 1000 quesos, 500 ristas de ajo y cebolla, 1.400 libras de miel (para endulzar las largas noches en alta mar), 3.000 libras de pasas, uvas y almendras (fuente inagotable de calorías y lo más parecido a la fruta), gran cantidad de azúcar, 7 vacas vivas (leche fresca cada mañana), 417 odres y 250 barriles de Jerez (hay que mantener entusiasmada a la tripulación)”. Magallanes hizo provisión de todo esto para encarar una larga travesía y poder alimentar a 260 hombres. La clave estaba en el despensero, hombre sufrido, con una complicada tarea, repartir los víveres, intentando dar salida a los alimentos que empiezan a pudrirse, calcular lo que queda de viaje y asegurarse que todos los marineros tuviesen su ración. Pese a todo, el escorbuto causaba estragos durante estos largos y agotadores viajes.  

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