Morrigu,
conocida también como Morrigan, identificada con el cuervo, reina de
los fantasmas, señora de la guerra, diosa de la sexualidad,
mensajera de la muerte, una valquiria celta de rostro horroroso, se
mostraba bajo un aspecto terrible a los guerreros que marchaban al
combate y nunca regresarán, destinados a yacer en el campo de
batalla. En la concepción celta, la muerte es trascendental, el
punto de partida de la transmigración del alma, y cuando el soldado
veía a Morrigu, ya sabía que había llegado su momento, y daba lo
mejor de sí para convertirse en auténtico héroe.
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