Bautizado
como Marco, este hijo del normando Roberto Guiscardo, debido a su
altura y corpulencia, fue conocido como Bohemundo, el nombre de un
gigante mitológico. Príncipe de Tarenro, enemistado hasta la
obsesión con Alejo I Comneno, reunió un pequeño ejército formado
por Normandos, se enganchó a la Primera Cruzada. Esta reducida
hueste tuvo un gran impacto en Oriente. Atravesó con éxito Asia
Menor desde Constantinopla hasta Antioquía, dando muestras más que
sobradas para la guerra, convirtiéndose en uno de los más
destacados líderes cristianos en Tierra Santa. Algunos historiadores
consideran a Bohemundo el comandante más efectivo de esta Primera
Cruzada.
Bohemundo
era un hombre empañado por un aire terrible pero que sabía ser
encantador cuando la ocasión lo requería, del que se dijo que
siempre buscaba lo imposible y no tenía inconveniente en enfrentarse
a enemigos más poderosos. Puso sitio a la ciudad de Antioquía,
contribuyó a su conquista y consiguió fundar el Principado de
Antioquía. A pesar del éxito, y de tratarse de un lugar
estratégico, Bohemundo tenía poderosos vecinos: los estados
musulmanes y el propio Imperio Bizantino, que reclamaba esos
territorios como suyos legítimamente. Enfrentados a unos y otros,
Bohemundo terminó dando con sus huesos en una fría y honda mazmorra
de uno de sus enemigos. Rescatado y arruinado decide regresar a
Occidente.
Su
fama y personalidad le proporcionaron una espoda de alta alcurnia,
Constanza, la hija del rey francés Felipe I. Con los ejércitos que
le proporcionó su suegro se lanzó contra Alejo....para sufrir una
humillante derrota. El orgulloso Bohemundo acabó sus días
convertido en un vasallo más del emperador, hasta que le peste acabó
con este sufrimiento.
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