domingo, 14 de febrero de 2016

EL TOCADO DE LA REINA SUBAD.



Para Samuel Noah Kramer la Historia empieza en Sumer. El arte también. Y el fabuloso tocado de la reina Subad es un argumento de peso para sostener ambas afirmaciones. A finales de la década de los veinte (del siglo XX) un grupo de arqueólogos británicos y estadounidenses excavaron dos tumbas reales en Ur, nada que ver con la monumentalidad de las pirámide con los hipogeos del Valle de los Reyes. En una de las tumbas, junto a los cadáveres de los sirvientes y un cuantioso ajuar, aparecieron los restos de una dama, reina o tal vez sacerdotisa, cuyo nombre era, según las inscripciones, Subad, que fue enterrada con sus joyas y ajuar de tocador. De esta dama no existen referencias literarios, únicamente conocemos el maravilloso ajuar que se llevó consigo al más allá.


El cuello recubierto de collares, grandes pendientes en sus orejas y un espectacular tocado de hojas y flores de oro sobre la cabeza. Las sirvientas y damas de compañía también iban con joyas, aunque de menor brillo e importancia. Una reina Subad desconocida que alcanzó la inmortalidad y traspasó el umbral del tiempo para convertirse en parte imprescindible del pasado de la humanidad.  

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