El rey Fernando III
completó la conquista de Burguillos del Cerro y cedió villa y
castillo a la Orden del Temple, que gozaba de gran prestigio en
aquellos tiempos.
El castillo que vemos
hoy es el resultado de sucesivas reformas constructivas, y han sido
tantas las obras realizadas a lo largo del tiempo, que resulta
prácticamente imposible diferenciar los elementos originales de la
obra.
La fortaleza fue
levantada en el siglo XIII sobre un edificio musulmán anterior. Se
alza en la cima de un cerro rocoso y su acceso es un tanto
complicado. Es necesario hacer un esfuerzo (corto pero intenso) de
corazón, pulmones y piernas para llegar hasta la cumbre. (Merece la
pena, si disfrutas paseando ensimismado entre ruinas).
El edificio tiene doble
recinto y son visibles algunos lienzos del cerramiento más
adelantado. Un edificio que fue ampliado y restaurado a lo largo del
tiempo, según necesidades (y posibilidades). Su perímetro está
rematado con torreones y cubos en las esquinas.
Se accede por una única
puerta, con arcada gótica, abierta en el muro sur. Sobre la entrada
el escudo de la Casa de Béjar.
Torre Parda, al
noroeste, es el nombre de pila de la Torre del Homenaje, el elemento
más sobresaliente de la fortaleza y está formada por dos cuerpos
claramente diferenciados.
Una vieja leyenda,
contada y creída por los vecinos, afirma que en uno de estos
torreones había un becerro de oro atado. Allí donde se encuentra el
becerro, debe haber escondido un tesoro. Muchos de ellos subieron
cargados con pico y pala con la fatua esperanza de hallar el tesoro.
Las lágrimas de los
caballeros mojaron la tierra que hoy cercan los muros y torreones en
ruina de la antigua fortaleza. Las piedras guardan en su interior los
lamentos de caballeros que murieron defendiendo este cerro y de sus
mujeres que esperan amargamente a los que nunca regresaron.
Desde el castillo del
cerro se abarca parte de la provincia de Badajoz, a medio camino
entre la próspera Andalucía Occidental, con Sevilla a la cabeza, y
el ambicioso Reino de Portugal de los Avis. Durante un tiempo fue una
tierra deseada por todos y defendida por unos pocos.
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