viernes, 18 de diciembre de 2015

SOBRE IBERIA DE APIANO ( y LI)



100 Actuación vergonzosa de Didio.
Existía otra ciudad próxima a Colenda, habitada por tribus mezcladas de los celtíberos, a quienes Marco Mario había asentado allí hacía cinco años con la aprobación del senado, por haber combatido como aliados suyos contra los lusitanos. Pero éstos a causa de su pobreza se dedicaron al bandidaje. Didio, tras tomar la decisión de destruirlos, con el beneplácito de los diez legados todavía presentes, comunicó a los notables que quería repartirles el territorio de Colenda en razón de su pobreza. Cuando los vio alegres, les ordenó que comunicaran al pueblo esta decisión y acudieran con sus mujeres e hijos a la repartición del terreno. Después que llegaron, ordenó a sus soldados que evacuaran el campamento y, a los que iban a recibir el nuevo asentamiento, que penetraran en su interior so pretexto de inscribir en un registro a la totalidad de ellos, en una lista los hombres y en otra las mujeres y los niños para conocer qué cantidad de tierra era necesario repartirles. Cuando hubieron penetrado en el interior de la zanja y la empalizada, Didio, rodeándoles con el ejército, les dio muerte a todos. Y por estos hechos también celebró su triunfo Didio. De nuevo se sublevaron los celtíberos y, enviado Flaco contra ellos, mató a veinte mil. En la ciudad de Belgeda, el pueblo, presto a la revuelta, prendió fuego al consejo, que se hallaba indeciso, en el mismo lugar de su reunión. Flaco marchó contra ellos y dio muerte a los culpables.

101 Sertorio en Iberia.
Éstos son los hechos que encontré dignos de mención en las relaciones de los romanos con los iberos, como pueblo, hasta este momento. En un período posterior, cuando surgieron en Roma las disensiones entre Sila y Cínna, y el suelo patrio se vio dividido por guerras civiles y campamentos, Quinto Sertorio, del partido de Cinna, elegido para mandar en Iberia, sublevó a esta última contra los romanos. Después de reunir un gran ejército y crear un senado de sus propios amigos a imitación del senado romano, marchó contra Roma con atrevimiento y una moral elevada. También en lo demás era renombrado por su celo extremado, hasta tal punto que el senado, lleno de temor, eligió contra él a aquellos de sus generales que gozaban de la máxima fama entonces: Cecilio Metelo con un gran ejército y Gneo Pompeyo con otro ejército, para que repelieran de cualquier manera posible esta guerra fuera de Italia, gravemente aquejada por la guerra civil. Pero a Sertorio lo mató Perpenna, uno de sus partidarios, que se proclamó a sí mismo general de la facción en su lugar, y Pompeyo dio muerte en el combate a Perpenna, de modo que esta guerra que había causado gran alarma a los romanos por el miedo llegó a su fin. Los pormenores de la misma los mostrará el libro de la guerra civil concerniente a Sila.

102 Iberia bajo César y Augusto.
Después de la muerte de Sila, fue elegido como pretor para Iberia, Gayo César, con poder incluso para hacer la guerra a quienes fuera necesario. Sometió por la fuerza de las armas a todos aquellos pueblos iberos que estaban agitados o faltaban por someter a los romanos. A algunos que se sublevaron los sometió Octavio César, el hijo 61 de Gayo, llamado Augusto. Y me parece a mí que desde aquel tiempo los romanos dividieron Iberia —a la que precisamente ahora llaman Hispania— en tres partes y comenzaron a enviar, cada año, gobernadores a cada una de ellas, dos elegidos por el senado y el tercero por el emperador por el tiempo que estimase oportuno.


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