viernes, 11 de diciembre de 2015

LIÉRGANES



En el Valle del Miera, a ambos lados del río, cruzado de orilla a orilla por un puente románico, se extiende Liérganes, un pueblo montañés auténtico. Liérganes es tierra de hidalgos y de labriegos, y la esencia de este precioso pueblo de la montaña cántabra queda perfectamente reflejada en la arquitectura popular, de casas montañesas con corredor y balcones, y en los bellos ejemplos de casonas y palacetes nobiliarios.

Los datos más antiguos sobre la existencia del pueblo son del año 816, en el que la documentación (una escritura de Santa María del Puerto Santoña) se refiere al Monasterio de San Martín de Liérganes, a propósito de la donación que el conde Gundesindo otorgó al Monasterio de Fístoles.


Más tarde Liérganes quedó configurada en el libro de las Merindades de Castilla (1351) como lugar de behetría, en virtud del cual los labradores que allí habitaban, y pagaban tributo en especies, escogían a su propio señor.


Durante el siglo XVI Liérganes era una pequeña polación, sin tierra apta para cultivar trigo, situación que cambió a principios de la centuria siguiente con la introducción de un nuevo cultivo, el maíz, que propició cierta prosperidad y desarrollo. La riqueza llegó a la villa cántabra de la mano de Juan Curtius a partir de 1617, que estaba al frente de una fábrica de cañones, primera fábrica de artillería y municiones conocida en España.  



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