Antes de ser una bebida
social, la cerveza era un alimento más, por eso no es de extrañar
que monjes de toda Europa, pasaran parte de su tiempo elaborando esta
apreciada bebida. Algunas de estas abadías llevan fabricando
cervezas – rubias, negras, tostadas, doblemente fermentadas –
desde hace varias siglos, como la Abadía de Affligem en Bélgica,
que comenzó este proceso en 1074. En la actualidad es una de las
cervezas belgas más populares, y de la que yo me declaro
incondicional seguidor y consumidor.
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