La
Biserica Evanghelica, símbolo gótico de Sibiu, que ocupa la mayor
parte de la Piata Huet (un espacio más tranquilo y recogido que las
vecinas Piata Mare y Piata Mica), fue construida entre 1320 y 1520,
en el solar de un antiguo templo románico. Esta robusta iglesia,
bellísimo ejemplo de la arquitectura gótica transilvana, es el
centro del culto luterano en la ciudad.
En
el exterior se erige la estatua del obispo George Daniel Teutsch,
personaje de relevancia entre la comunidad sajona durante el siglo
XIX.
Entre
los elementos ornamentales de su interior, ocupa un lugar de
privilegio el fresco de la crucifixión, pintado en 1445 por Johannes
de Rosenau.
Sin
embargo, lo más destacado de la iglesia es su torre de siete
niveles, que con 74 metros de altura es la tercera más alta de
Rumanía, tras la Catedral de Brasov y la de San Miguel en Alba
Iulia.
Una
vetusta escalera de madera cuyos escalones crujen a cada paso nos
conduce directamente al séptimo cielo.
La
última planta del campanario nos regala una impronta para toda la
vida: Sibiu a vista de pájaro. A veces las panorámicas desde estos
campanarios no ofrecen todo lo que uno espera ver. En el caso de la
Catedral Evanghelica, la postal de Sibiu es perfecta. Asomado por uno
de los vanos del campanario vislumbramos en la lejanía una
cordillera que cierra el horizonte como si fuera una poderosa
muralla.
En
un rincón de la cripta, atestada de lápidas y estatuas funerarias,
medio escondida de miradas curiosas, se encuentra la tumba de Mihnea
el Malo, voivoda de Valaquia e hijo de Vlad III el Empalador.
La
iglesia fue durante 300 años el lugar de enterramiento para
alcaldes, gobernadores y personalidades de la ciudad. En 1853 las
lápidas que cubrían las tumbas fueron desmanteladas e incorporadas
a las paredes de la cripta, conformando una galería en la que se
exponen más de cincuenta de estas lápidas.
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