Arvidsjaur,
una pequeña ciudad rodeada de lagos es una de las poblaciones más
grandes la Laponia sueca. Empezó siendo un mercado para los saamis,
y a partir de 1607 se construyó aquí una iglesia con el (santo)
objetivo de convertir al Cristianismo a las poblaciones seminómadas
que vagaban por estas tierras salvajes. Para ello, las
inquebrantables leyes eclesiásticas obligaban a los saamis acudir a
misa cada cierto tiempo. Poco a poco los eventuales visitantes fueron
asentándose en la ciudad, contribuyendo a su crecimiento y
desarrollo.
Situada
unos cien kilómetros al sur del Círculo Polar Ártico, en pleno mes
de julio podemos disfrutar de una plácida media tarde, al filo de la
medianoche. El Sol de medianoche insufla a todos los habitantes de la
región (los de la ciudad y los del bosque) un ritmo vital frenético,
nada habitual durante las larguísimas noches invernales.
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