La Basílica más grande
del mundo, nos recuerda cuán pequeños somos los humanos, la roca y
el mármol que la sustentan, rezuman eternidad, nosotros somos pobres
mortales, que acabaremos convertidos en cenizas. La Piazza, presidida
por el Obelisco es el lugar donde la gente piadosa se reúne para
venerar al Altísimo, la alta cúpula, domina, desde los cielos
divinos, a la tierra pecadora, y las enormes columnatas, se asemejan
a los bondadosos brazos de Dios, que con toda su magnanimidad abraza
a sus hijos, a todos los cristianos que llegan hasta aquí desde
cualquier rincón de la tierra, para arrodillarse como siervos, ante
un dios de madera .
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