Castillo de Bayuela es
uno de esos lugares a los que no se puede llegar por casualidad, es
necesaria la voluntad y la intención de visita. En mi caso, la
motivación fueron los verracos de granito, que pastan
tranquilamente en un jardín en medio de una plazoleta que también
cumple función de rotonda.
La población, tranquila
y sosegada bajo el Sol de mediodía, el invierno aquí debe ser
terribel, enclavado en un recóndito paraje de la comarca de San
Vicente, en la provincia de Toledo, muy cerca del límite con Ávila,
inmemorial tierra de Vettones.
Un enclave habitado
desde el Paleolítico, la población se fue desarrollando a partir de
la Edad Media con el título de villa otorgado por Enrique III "el
Doliente". Lo más atractivo, además de los verracos que
motivaron mi visita y las ruinas del castillo que dió origen al
pueblo, es el ayuntamiento y frente a él, el Rollo de la Justicia,
labrado en estilo gótico, con el escudo del poderoso linaje de los
Mendoza y conocido como "el Rey de los Rollos".
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