sábado, 9 de mayo de 2015

DESPIECE DE UN ELEFANTE PRIMITIVO.



La caza de un elefante, o el hallazgo de un cadáver de proboscídeo, durante el Paleolítico era motivo de alegría, pues su carne permitía disfrutar de un pantacruélico festín a los miembros de varias familias humanas. Los yacimientos de Áridos 1 y 2, en la llanura de inundación del río Jarama (Madrid), presentan excepcionales condiciones de preservación, lo que los convierte en ventanas al pasado del hombre. Se trata de episodios puntuales de la vida de los humanos de hace 400.000 años. En ambos yacimientos se documenta la intervención sobre un elefante muerto por causas naturales para obtener carne con la que alimentarse. Las muescas producidas por herramientas líticas junto a otros de dientes de hiena concretan la competencia por el acceso a los restos del paquidermo.  

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