La
caza de un elefante, o el hallazgo de un cadáver de proboscídeo,
durante el Paleolítico era motivo de alegría, pues su carne
permitía disfrutar de un pantacruélico festín a los miembros de
varias familias humanas. Los yacimientos de Áridos 1 y 2, en la
llanura de inundación del río Jarama (Madrid), presentan
excepcionales condiciones de preservación, lo que los convierte en
ventanas al pasado del hombre. Se trata de episodios puntuales de la
vida de los humanos de hace 400.000 años. En ambos yacimientos se
documenta la intervención sobre un elefante muerto por causas
naturales para obtener carne con la que alimentarse. Las muescas
producidas por herramientas líticas junto a otros de dientes de
hiena concretan la competencia por el acceso a los restos del
paquidermo.
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