Sumer es un sueño lejano, una época que imaginamos mágica, cuando los mismos dioses caminaban por la tierra y hablaban con los hombres. Unos hombres que doblegaron las aguas de los ríos a voluntad y consiguieron atrapar el pasado en unas pequeñas tablillas de arcilla. En mi infancia pasaba horas fascinado con los dibujos y las fotografías conservadas de viejos libros, sobre templos, sacerdotes, zigurats y otros objetos de la antigua Mesopotamia. En uno de esos ratos tuvo que prender en mi alma la pasión por la historia. Cuando visito museos, y me paro delante de una vitrina, intento que los ojos de ese niño sigan maravillándose y soñando con escenas como esta. La estrella de Ishtar, el Sol de Shamah y la luna creciente del dios Sin, brillan en el cielo sobre la cabeza de Meli Sipak, rey casita de Babilonia, cuyo nombre significa "siervo del dios Sipak", y su hijo, Marduk- apla - iddina al que está haciendo una entrega de tierras.
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